La ciudad capital de las tierras de mis ancestros, la de la revolución de los claveles, la de sus barrios eclécticos, la que sufrió un terremoto que desmoronó años y años de pensamiento conservador, la puerta de los océanos del mundo; la de los ascensores, las escaleras mecánicas, los tranvías para transportarse de un lado a otro y la de las siete colinas. Lisboa atrapa y atrae a los viajeros que la transitan de un modo totalmente distinto a otras capitales del viejo continente.
No me acuerdo qué es lo primero que hice apenas llegamos, lo que no puedo olvidar es la amabilidad de los lisboetas que te acompañan hasta la parada del bus si es necesario para llegues a destino, el color del Río Tajo y del mar Atlántico, sus pisos blancos y los frentes de las casas con azulejos amarillos, rosados y celestes llenos de formas geométricas y patrones indescifrables.
La capital portuguesa tiene siete colinas (sí, igual que Roma) y se divide en diferentes barrios, los más importantes son La Baixa, el Bairro Alto, la Alfama, Graça, Chiado y Belém. Es una ciudad para «patearla» (y mucho) por sus tantas subidas y bajadas. Hay algunos sectores que son completamente nuevos y otros que sobrevivieron al famoso «Gran terremoto» de 1755. Acá les dejo mis spots elegidos para que puedan recorrerla.
Toda Portugal es conocida por su arte sobre azulejos y en este museo están concetradas las piezas a lo largo de los años y cómo fueron evolucionando en técnica, diseños, colores y formas. El tiempo de los moros en Portugal dejó su mayor herencia en estos pedacitos de pura explosión artística.
Está abierto todos los días, excepto los lunes. / Ingreso: 5 €
De mis favoritos, sin duda. Para perderse una tarde en sus calles laberínticas y de los más antiguos de la ciudad: El barrio de la Alfama es uno de los pocos que sobrevivió al terremoto del 1 de noviembre de 1755 y aún conserva la esencia de la Portugal pasada. Fue hogar de moros, de judíos y de piratas. Tiene callejones estrechos y así fue pensada, como un laberinto, para que no pudieran entrar los invasores que desembarcaban en las costas portuguesas. Justamente por eso es que el transporte público y los autos no consiguen transitar; y eso hace de esta parte de la ciudad un oasis y un túnel del tiempo.
Ícono de la ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad en 1983 por haber sido fortaleza y puerto desde donde los exploradores portugueses zarparon hacia los mares del mundo; hasta funcionó como prisión de presos políticos e inquisidores durante la «dinastía filipina».
La Torre de Belém es un típico ejemplo de arquitectura portuguesa. Abre todos los días excepto los lunes a partir de las 10.00 am. / Ingreso: 6 €
Hay varios platos típicos que no podes perderte:
* Si sos fan del pescado, ¡Lisboa no falla! Estando frente al puerto es el protagonista y su plato estrella es el Bacalhau, que lo sirven en forma de buñuelos (bolinhas) o a las brasas.
* Si viajás en invierno, no dejes de probar el clásico Cozido à portuguesa, un guiso bien potente a base de carnes y verduras cocidas con un sabor ahumado intenso.
* Mi favorito para la hora del postre son los famosos pasteis de Belem, únicos en el mundo. La fábrica queda en el barrio de Belém y fue fundada en 1837 siguiendo una receta del Monasterio dos Jerónimos. ¡Un imperdible foodie!
Como dije antes, Lisboa tiene muchos desniveles y por eso moverse por la ciudad es toda una odisea. Hay desde ascensores y escaleras mecánicas hasta funiculares. Pero, sin dudarlo, el tranvía es el must de Lisboa, y lo mejor es que llega a destinos donde el metro no (como el Barrio de Belem) haciendo que uno disfrute la ciudad de un modo distinto.
Si te vas a mover por la capital durante varios días, podés comprar la tarjeta Viva Viagem en cualquier estación de metro o Carris y recargarla cuantas veces quieras.
Si destinás más de dos días a esta coordenada, entonces hay un lugar que no podés dejar de visitar. ¡Tomá nota!
A tan solo 1 hora en tren, este pueblo pequeño sorprende por su cantidad de castillos de la edad media y más contemporáneos para visitar. Lo más genial de esta coordenada es que Sintra conserva todo lo que Lisboa perdió después del terremoto y todo lo relacionado con la realeza de Portugal.
Aquí las 3 construcciones que si o si hay que conocer:
Quinta da Regaleira– puede que sea el lugar más místico y cautivador de toda Sintra. Este palacete está rodeado de unos jardines plagados de rincones secretos y cargados de simbolismo masónico. ¡Imperdible! / Abierto todos los días de 9.30 a 17 hs.
Palacio da Pena – de los más visitados y conocidos de Sintra. Fue una de las residencias de la familia real portuguesa / Abierto todos los días de 10 a 18 hs.
Castelo dos Mouros – antigua fortaleza árabe construida sobre los peñascos con unas vistas al océano Atlántico que se llevan todos los aplausos. / Abierto todos los días de 10 a 18 hs.
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