El día que llegué a Florencia, reconocí lo que sería mi hogar por un tiempo. Dejé las valijas sin desarmar en la habitación y lloré lo que duró mi primera ducha en aquella casa florentina. Al salir, me recordé a mi misma que aquella experiencia era para disfrutar y ¡no perderme ni un minuto!». Y así fue que aproveché al máximo la ciudad de los Medici, del Renacimiento italiano, de los grandes artistas florentinos, de escritores significativos como Il Dante Alighieri, del mejor Aperol Spritz, del calcio storico y todas las “tanadas” que me apasionan. Puedo afirmar que Firenze está en el podio de ciudades que me vuelan la cabeza. Mi estadía en ese destino fue el broche de oro de una de las etapas más lindas de mi vida.

Cantidad de guías de viaje, libros de historia, películas y programa de TV ponderan a Florencia como una de las capitales culturales de Europa. Es casi cantado que, alguna vez, escuchaste hablar del famoso David de Michelangelo o de la imponente cúpula de Brunelleschi, ni que decir del Ponte Vecchio o del renombrado cuadro de Botticelli: “El naciminiento de Venus”. Firenze es conocida por todo esto y mucho más. Es la ciudad cabecera de la región de la Toscana y está llena de rincones que pasan desapercibidos para el viajero despistado.